martes, 20 de enero de 2009

PROVERBIOS CHINOS EXPLICADOS






Los bellos caminos no llevan lejos

Los caminos adornados de bellos elementos distraen mucho y hacen perder el tiempo. Son anchos y cambian poco su aspecto: están satisfechos de ser como son.

Hay otros caminos, pedregosos, sin asfaltar, cubiertos de hierbas solitarias. Estos son los que toma el hombre prudente y sabio, porque puede limpiarlos, arrancar las malas hierbas, extraer piedras que impiden el paso y dejarlos aptos para transitar por ellos. Será su propio camino y el que marcará el destino a los que vienen detrás.

Cuando alguien sigue el camino de otro, aunque sea la senda de un ser extraordinario, queda en una simple imitación, una copia patética del iniciador, sin personalidad propia. Será un títere previsible de manos manipuladoras desde otra dimensión que ni ve ni comprende.

Ser uno mismo es una razón de ser.


La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta

¿Cerrada, abierta? ¿Amar, odiar? ¿Amigo, enemigo? Así se vive en los extremos.

Si nuestra puerta está abierta y no tenemos voluntad de cerrarla, proyectamos la idea de que lo aceptamos todo dentro de nuestro orden interno.

El equilibrio es la resultante de dos fuerzas que, aunque diametralmente opuestas, se complementan, que armonizan, una melodía que nace del encuentro de una mano flexible y una cuerda tensa.

Entonces, la puerta abierta se transforma en la puerta cerrada a la ignorancia que la sabiduría no conoce, tal como la luz no sabe de oscuridad.


El poder es el mayor enemigo de su dueño

Con el poder ocurre igual que con la comida. Si la cantidad que llevamos a la boca es excesiva, no podemos masticarla correctamente y hay serio peligro de arrojar fuera parte de ella por falta de capacidad bucal.

El poder, cuando es mayor que la aptitud para controlarlo, escapa de nuestras manos y puede causar mucho daño.

Tengamos prudencia y mesura, para que todo lo que usemos esté a la justa medida de la capacidad para manejarlo.


Un hombre feliz es como un barco que navega con viento favorable

La felicidad tiene alas y no se detiene mucho tiempo en el mismo lugar.

Es como el viento.

Somos la nao que, con su vientre cargado de sueños, con los ojos fijos en el horizonte, avanza lentamente hacia un puerto que se adivina en medio de la bruma que se disipa conforme avanzamos por los rieles de luz del mar.

Correr tras el viento con afán de alcanzarlo, es locura; pero hay que proveerse de velas y maniobrar de tal modo que, henchidas por la brisa nos permita ir tan ligeros como él. Esto es la mayor bienaventuranza que un marino puede alcanzar en su periplo por los mares de la vida.

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